Aunque muy tímidamente, el verano ya se anuncia y es inevitable que los días en el cole se hagan más largos, que el cansancio acumulado de todo un curso plagado de esfuerzo se haga patente. Los que ya vivimos unas cuantas décadas, seguro que recordaremos todavía aquellos días previos a las vacaciones de nuestra infancia, cuando mirábamos a la ventana deseando salir y el tiempo se hacía eterno... Qué mejor que ponernos en la piel de los peques y dedicar un día a disfrutar, divertirnos y acumular experiencias para que cuando ellos estén en nuestro lugar, no piensen en sí mismos mirando la ventana deseando escapar, sino que cuando el curso se terminaba, comenzaba la magia.
Y mágico fue, porque la música de Hector Braga es mágica, trae consigo el encanto ancestral de nuestro paisaje y nuestra cultura, el mago nos dejó a todos con el corazón en un puño y una gran sonrisa y para terminar, como dirían los mayores "comamos y bebamos", y si es en buena compañía, mucho mejor.
Este es el pequeño recuerdo de la fiesta de fin de curso:
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